Con una virtual postración económica, resulta difícil pensar en un necesario aumento general de salarios. Sin embargo, la mayoría de los dominicanos se sienten oprimido por la inflación y el agiotismo. El salario congelado y los precios de los productos y los servicios en aumento, es una carga imposible de soportar.
Pero lo más terrorífico es el desempleo. Hay cientos de miles de puestos de trabajo que no se van a recuperar. Industrias y comercios se fueron a la quiebra en el pasado año, o hicieron tareas de reingeniería.
Es ya imposible que simplemente se retorne al estado de un año atrás. La pandemia ha llevado al sector empresarial a reducir gastos e inaugurar nuevas modalidades de trabajo, como es el servicio a distancia.
De ahora en adelante lo que se ve es una mayor tasa de desempleo, congelamiento de los salarios y apertura al teletrabajo, a los servicios de mensajería y a tener los comercios tradicionales que hacer tareas de modernización.
Las centrales sindicales plantean la necesidad de un aumento de salarios y tienen toda la razón. Con los sueldos actuales no se puede vivir. Hay que pensar que dichosos fueron los que pudieron conservar su lugar de trabajo en el año de la pandemia.
El aumento de salarios es necesario, pero también hay que pensar cómo se logra una política de restitución de empleos. El país no se puede dar el lujo de tener a más de un millón de nuevos desempleados, porque los sectores donde trabajan colapsaron.
En el sector gubernamental, lo que plantean las bases del Partido Revolucionario Moderno son los despidos masivos, para de esa forma ellos conseguir enganchar a la nómina pública. El clientelismo partidario convierte en realidad que se hace actividad política para conseguir un trabajo.
Es difícil que una persona sin recomendación de un dirigente político pueda conseguir un trabajo en el gobierno. Para la mayor parte de los dominicanos la única forma de trabajar es ver si puede asimilarse en el sector privado.
La presión ahora mismo en el sector oficial es para que sean despedidos, y sustituidos el mismo día, los miles de peledeistas que todavía están en la administración pública. El presidente Luis Abinader ha sabido manejar este tema con mucho tacto.
Sin importar favores o resentimientos políticos hay que ser muy comedido al momento de propiciar despidos masivos en la administración pública, En medio del caos provocado por la pandemia actual, los despidos llegarán. Al final el gobierno no podrá seguir parando las demandas de sus bases.
La hora es de restituir empleos, de reactivar una línea masiva de abrir nuevas oportunidades ocupacionales, de parar el agiotismo y la especulación en artículos de consumo básico. Las crisis necesitan sacrificios de todos, y no que la carga se incline hacia los más golpeados y que en un año de angustias ya perdieron la esperanza. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
Manuel Hernández Villeta