Un 15% de los adolescentes españoles tiene síntomas tempranos de depresión. Una enfermedad de salud mental, apodada como ‘la otra pandemia’ que va en aumento y que conviene detectar cuanto antes para poder tratarla.
Se la conoce como ‘la otra pandemia’ o la ‘enfermedad del siglo XXI’ porque cada vez son más quienes la padecen. La depresión es, además, uno de los trastornos mentales más comunes en los adolescentes. Según cifras de Unicef, en España un 15% de ellos presenta síntomas de depresión ‘graves o moderadamente graves’, sin embargo, no siempre se detectan a tiempo.
En su informe Estado Mundial de la Infancia 2021, Unicef asegura que los problemas de salud mental comienzan en torno a los 14 años y que la depresión es más común entre chicas (70,1%) que entre chicos (39,6%). Esto puede deberse a los cambios hormonales que sufren las mujeres en una edad mucho más temprana que los hombres y, a la propia presión que pone la sociedad en ellas. Pero, ¿cómo podemos prevenirlo y atajarlo antes de que sea demasiado tarde?
Existen dos factores que dificultan la detección de la depresión en los adolescentes: primeramente, los propios cambios que se atraviesan durante la adolescencia; físicos, emocionales y hormonales, que pueden llevar a confusión, y, en segundo lugar, las diferencias en la sintomatología entre jóvenes y adultos. Por eso es primordial prestar atención a los cambios comportamentales de los más jóvenes.
Síntomas más comunes en adolescentes
Hablamos con Diana Díaz, psicóloga experta en infancia y adolescencia, y directora de las líneas de ayuda de ANAR, para conocer cuáles son los síntomas de la depresión más comunes en adolescentes:
Cambios de humor sostenidos en el tiempo. El adolescente tiene mucha facilidad para llorar, manifiesta sentimientos de tristeza e incluso verbaliza su desesperanza en frases como “Nada tiene sentido”.
Pérdida de concentración o de capacidad para tomar decisiones.
Pérdida de interés de actividades que habitualmente le gustaban. Este es uno de los síntomas más característicos, que se manifiesta no solo en sus hobbies, sino también en la pérdida de interés por la gente que habitualmente le rodea, como amigos y familiares. Todo ello se traduce en aislamiento y es un fenómeno que se conoce en psicología como anhedonia.
Visión muy negativa del presente y del futuro. Se instaura en el adolescente un discurso muy negativo del mundo que le rodea.
Autoestima muy baja. El adolescente no se ve bien nunca y no confía en sí mismo para cumplir sus metas y objetivos.
Arrebatos de ira. Muchos adolescentes que no tienen herramientas para gestionar la tristeza manifiestan una constante irascibilidad y una actitud defensiva que, a menudo, estalla en ataques de ira.
Bajo rendimiento escolar. Se reducen las motivaciones y los intereses y disminuye el rendimiento escolar.
Sintomatología psicosomática. Se traducen en dolores de barriga, problemas en la piel e incluso alergias que no responden a un origen físico concreto.
Estos son algunos de los síntomas más comunes entre quienes padecen depresión, pero cada adolescente tiene sus propias particularidades. Además, no se presentan todos los síntomas a la vez. Según la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, la mayoría de personas deprimidas presentan cinco o seis.
Cómo actuar si observo estos síntomas
La OMS advierte que “un episodio depresivo no es lo mismo que las variaciones habituales del estado de ánimo, y estos episodios abarcan la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas”.
Por eso, si observamos estos síntomas sostenidos en nuestros adolescentes lo primero que debemos saber es que ni el tiempo ni la soledad solucionarán el problema. No hablar de ello no hará que desaparezca. Es absolutamente primordial ponerse en contacto con un psicólogo.
También es importante reconocer la depresión como lo que es: una enfermedad grave que, de no tratarse, puede tener consecuencias irreversibles como el suicidio o la cronificación de la enfermedad. Si ha existido un episodio, es muy probable que haya más.
Diana Díaz nos recuerda que debemos tener presente que la depresión no se trata de falta de voluntad ni supone un fracaso para el adolescente. Y que este necesitará, principalmente, contar con una red de apoyo paciente e incondicional para su recuperación que, a menudo, requerirá tratamiento a medio y largo plazo.
Otro consejo que comparten muchos expertos es la validación y normalización de las emociones en los entornos de los adolescentes. Transmitir comprensión y naturalidad para que entiendan que no es culpa de nadie y que la depresión puede ocurrirle a cualquiera.
En crecimiento desde la pandemia
La depresión ya era un problema en aumento en nuestro país hace tres años, cuando la pandemia del covid arrasó con todo. Y, como era de esperar, sus consecuencias para la salud mental de los adolescentes fueron catastróficas. Desde entonces, los casos de ansiedad y depresión se multiplicaron por tres y los suicidios aumentaron hasta un 59% según el informe publicado por el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepep).
También en ANAR han comprobado este significativo aumento de casos de depresión en sus líneas de ayuda donde, por primera vez en 29 años, este ha sido el primer motivo de consulta de los jóvenes. Y sigue creciendo: desde 2021 las peticiones de ayuda por tristeza y depresión ha crecido hasta un 55%.
Prevención desde las familias y los colegios
La depresión es el resultado de diversos factores sociales, psicológicos y biológicos. Por esta razón, no existe una manera definitiva de prevenirla. Sin embargo, los hábitos de vida saludables, una buena alimentación, el ejercicio físico y el fomento de la inteligencia emocional desde los centros formativos y desde las familias, pueden brindar, a los jóvenes, herramientas y una estructura sólida para gestionar sus problemas y emociones con más facilidad.