El Gobierno de Corea del Sur pidió a Japón transparencia y responsabilidad durante las descargas de agua radiactiva de Fukushima que comenzaron y, según las previsiones, se prolongarán por tres décadas. Por su parte, Pekín condenó a Tokio por haber tomado esta decisión de verter al mar el agua radiactiva, lo que calificó de egoísta.
«Nuestro Gobierno espera y una vez más insta al Gobierno japonés a la transparencia y responsabilidad a la hora de revelar información sobre el proceso de descarga de agua que continuará durante los próximos 30 años», dijo el primer ministro surcoreano, Han Duck-soo, citado por la agencia Yonhap.
Han agregó que «el escenario ideal habría sido evitar por completo la descarga de agua contaminada», pero reconoció al mismo tiempo que «expertos de todo el mundo comparten la opinión de que una preocupación pública excesiva es innecesaria».
En una declaración citada por la cadena de televisión CGTN, el Ministerio de Exteriores chino remarcó que el vertido del agua contaminada es «una cuestión importante en materia de seguridad nuclear» cuyo impacto «va más allá de las fronteras de Japón».
«Iniciar por la fuerza la descarga al océano es un acto extremadamente egoísta e irresponsable que hace caso omiso del interés público mundial», manifestó la Cancillería.
China suspende la importación de productos acuícolas de Japón
La Administración General de Aduanas de China anunció la decisión de suspender la importación de productos acuícolas de Japón. Un portavoz de Aduanas expresó fuerte preocupación ante el riesgo de contaminación radiactiva de productos agrícolas y alimentarios que Japón exporta a China debido a esa medida unilateral.
«La Administración General de Aduanas ha decidido tomar medidas de emergencia con respecto a los productos acuícolas cuyo origen es Japón a partir del 24 de agosto de 2023 [inclusive]. Se suspende completamente la importación de productos acuícolas [incluidos animales acuícolas comestibles] originarios de Japón. La Administración General de Aduanas seguirá atenta a las descargas al mar de agua contaminada (…) y ajustará dinámicamente las medidas reglamentarias pertinentes según corresponda para prevenir los riesgos (…) para la salud y la seguridad alimentaria de nuestro país», declaró el portavoz a los periodistas.
Tokio ya exigió a Pekín que cancele la suspensión sin demora.
«Por canales diplomáticos hemos exigido que se levante de inmediato. Instamos a una discusión de expertos, basada en pruebas científicas», indicó el primer ministro de Japón, Fumio Kishida.
Según las previsiones, Japón verterá al mar unas 31.200 toneladas de agua radiactiva antes de marzo de 2024.
El 11 de marzo de 2011, varios reactores de la central nuclear de Fukushima, operada por la empresa TEPCO, explotaron al quedar fuera de servicio el sistema de refrigeración debido a un terremoto de magnitud 9,0 y un tsunami.
Toneladas de agua que se usaron para enfriar los reactores se almacenan actualmente en unos 1.000 tanques gigantescos de la planta. Previamente al vertido, el agua radiactiva se sometió al tratamiento en el sistema ALPS para depurarla de radionúclidos de 62 tipos, menos el tritio, isótopo del hidrógeno, llamado también «hidrógeno superpesado» o 3H.
Tritio existe en la naturaleza, su radiación beta impacta en el ser humano de modo limitado, pero presenta peligro al verse dentro del organismo.
Japón afirma que el agua vertida tendrá un nivel de radiactividad por debajo del umbral fijado por la Organización Mundial de la Salud, y por lo tanto no supondría un peligro para la salud humana ni para el entorno.
Finalmente, el Gobierno japonés optó por verter el agua al mar, diluyéndola previamente, con tal de que la concentración del tritio sea de 1.500 becquerelios por litro, o 40 veces más baja que la norma establecida en Japón para descargar agua al mar de las centrales atómicas en explotación, que es de 60.000 becquerelios por litro.
El plan japonés de verter el agua contaminada al mar ha suscitado la preocupación de Rusia, China, las dos Coreas y de los habitantes de los municipios vecinos de Fukushima.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) anunció que el plan de Japón de verter agua radiactiva procesada al océano es seguro y que no hay mejor opción para lidiar con la enorme acumulación de aguas residuales recolectadas después del desastre nuclear de 2011.
La agencia nuclear de la ONU instaló el pasado mes una oficina permanente en la central de Fukushima Daiichi para monitorear y evaluar los vertidos, así como asegurarse de que se acatan los estándares internacionales de seguridad.
El tema de manipulación del agua contaminada se estudió desde 2013. Entre otras variantes se analizaron las de mezclarla con cemento y colocar esa mezcla bajo tierra, hermetizándola con hormigón; separar el hidrógeno mediante la electrólisis, etc.