El estrés aumenta la presencia de los marcadores genéticos asociados al envejecimiento.
En tiempos recientes, la ciencia ha conseguido demostrar e incluso cuantificar lo que durante años ha sido una creencia común: que el estrés puede provocar que envejezcamos prematuramente.
Los relojes epigenéticos
Concretamente, durante mucho tiempo la comunidad científica había venido creyendo que el ADN nuclear ‘envejecía’, o se deterioraba, con cada división celular; lo que en principio debía dejar una serie de huellas (llamadas ‘marcadores genéticos’) que podrían ser usadas para calcular la edad de un organismo. Esto incluye la longitud de los telómeros y la cantidad de metilación (fenómeno que sucede cuando un grupo de metilo se añade al ADN durante las reparaciones del mismo) en ciertas partes del ADN.
Gracias a estos marcadores, se pudo desarrollar una serie de ‘relojes epigenéticos’, que no son otra cosa que modelos que miden el envejecimiento biológico en base al examen de la cantidad de metilación en determinadas partes del ADN.
Uno de los más eficaces es el bautizado como GrimAge, descrito en un artículo publicado en el medio especializado Aging. Por ejemplo, este modelo es capaz de predecir con precisión el decline biológico asociado a determinadas condiciones relacionadas con la edad; o, también, el impacto del estrés en las personas con problemas de salud mental.
Usando GrimAge para estudiar el impacto del estrés
En base a esto último, un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina de Yale (New Haven, Connecticut) ha investigado si el modelo GrimAge es capaz de medir el impacto del estrés en la aceleración del envejecimiento biológico en las personas sanas de entre 18 y 50 años. Los resultados de la investigación se han publicado en la revista científica Translational Psychiatry.
Los datos para este estudio se recabaron entre los años 2008 y 2012, en los que se reclutó a 444 individuos de New Haven para realizar la investigación. De entre ese grupo, se excluyó a quienes tuvieran una historia previa de abuso de sustancias, de daños en la cabeza, de condiciones médicas crónicas y a las mujeres embarazadas. A los restantes, se les realizó de manera rutinaria test de orina para controlar una posible ingesta de drogas.
Cada individuo fue sometido a exámenes de salud física, bioquímicos, endocrinos, de hábitos, psicosociales, psiquiátricos, psicológicos y epigenéticos (este último tipo a partir de muestras de sangre).
El estrés acelera el envejecimiento biológico
Siguiendo este procedimiento, los autores encontraron que el estrés acumulativo se relacionaba con un envejecimiento biológico acelerado (respecto al envejecimiento cronológico) si se medía empleando el reloj GrimAge.
Por el contrario, también concluyeron que la regulación emocional y el autocontrol son capaces de reducir el efecto que este estrés tiene en la aceleración del envejecimiento cronológico, actuando sobre biomarcadores como, por ejemplo, la resistencia a la insulina.
Además, parece que ciertas características personales aceleran el envejecimiento biológico, como ocurre con identificarse como de raza negra (un año de diferencia) o identificarse como varón (1,2 años de diferencia). Estos hallazgos motivan a los científicos a sugerir la realización de futuros análisis sobre el envejecimiento biológico en subgrupos basados en la raza y en el género, especialmente enfocados a observar si la regulación emocional y el autocontrol pueden tener en ellos el mismo efecto protector que se observa en el conjunto de la cohorte.
Igualmente, los autores apuntan al interés de realizar estudios de este tipo durante periodos aún mayores de tiempo y sobre muestras mayores, considerando los factores ambientales y sociales que afectan a la regulación emocional, al autocontrol y al estrés acumulativo.