Me propuse ser dueño del propio instante, y descubrí lo difícil que es ponerse en ruta, ante tanto camino desorientado y confuso, ante tanta falsedad vertida que nos tritura, haciéndonos marionetas sin alma ni cuerpo.
Tenemos que emerger de la noche curtidos, sólo diestros al poder de la verdad del ser, para concebirnos soberanos del momento, partícula del instante precioso en camino; capítulo creativo, parte del tiempo de Dios.
Nuestra es la expectativa y el saber discernir, la ocasión serena de la espera sin desesperar, es cuestión de persistir en la fibra del amor; un don que se nos ha donado para siempre, y que ha de reconducirnos hacia lo fecundo.
Tomado del Listín Diario