Un informe científico ha concluido que las comunidades indígenas de la Amazonía peruana que residen en áreas cercanas a explotaciones petroleras presentan elevados niveles de mercurio, arsénico y cadmio en su orina.
El estudio, que ha sido publicado en la revista científica Environmental Health Perspectives, y fue llevado a cabo por investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), ha detectado altas tasas de esos tres metales tóxicos en la población indígena de cuatro cuencas hidrográficas del norte de la Amazonía peruana, donde la extracción de petróleo lleva implantada cinco décadas. Se trata de una de las zonas más contaminadas del país.
Las tres sustancias detectadas son cancerígenas y pueden provocar graves problemas de salud. El arsénico puede causar cáncer de pulmón, vejiga, piel, hígado y riñón, además de lesiones cutáneas, daños hepáticos y renales, una disminución de glóbulos rojos y blancos y retrasos en el desarrollo infantil.
Por su parte, el cadmio puede causar cáncer de pulmón, de próstata y de riñón, así como problemas respiratorios, enfermedades renales, fragilidad ósea, problemas reproductivos y enfermedades cardiovasculares. Igualmente dañino es el mercurio, que puede provocar daños neurológicos, alteraciones de la función cognitiva, comprometer el sistema nervioso de fetos y niños y provocar enfermedades renales y del sistema inmunitario.
La clave: el agua
Los análisis de orina mostraron que una parte considerable de la población infantil y adulta superaba los niveles de referencia para las tres sustancias tóxicas y su asociación con el agua que consumían y en la que se bañaban, sobre todo en relación con el mercurio, que puede ser absorbido a través de la piel.
La investigadora que lidera el estudio, Cristina O’Callaghan, explica que «el petróleo crudo puede contener mercurio y otros metales, y se han reportado niveles elevados en el medio ambiente y en organismos acuáticos tanto alrededor de las explotaciones petroleras como en las áreas afectadas por vertidos».
Así lo demuestra el que la concentración de mercurio, además de aumentar con la edad entre las personas adultas, fuera superior entre quienes vivían cerca del río Marañón, donde el consumo de pescado es mayor al de otras cuencas fluviales. Los niveles elevados de este metal en el pescado de estas zonas ya se han asociado con la contaminación por petróleo. En total, el 25% de los menores y el 28% de los adultos tenían niveles de mercurio superiores al valor de referencia establecido por el Ministerio de Salud de Perú (MINSA).
Los autores del estudio recogen que investigaciones anteriores en la misma región ya habían concluido que la principal vía de exposición al mercurio en esta zona era la absorción dérmica a través del contacto con el agua. Así se corrobora ahora, al detectar que los niveles son mayores en los niños y adultos que se bañaban en agua de río en comparación con quienes lo hacían en pozos.
En el caso del arsénico, el 48% de los niños y el 23% de los adultos tenían niveles superiores a las referencias establecidas por el MINSA. Las tasas eran superiores entre quienes consumían agua de pozo y entre quienes vivían en los alrededores del río Marañón. A pesar de que el petróleo crudo tiene niveles de concentración relativamente altos de este metal, los investigadores sostienen que la fuente en el área de estudio sigue siendo desconocida.
Por su parte, el cadmio se encuentra en niveles anómalamente altos en el 2% de la población infantil y el 13% de la adulta. Los mayores indicadores fueron localizados en el pueblo Achuar y los habitantes de las cercanías de Corrientes y el Tigre, las dos cuencas con más actividad petrolera de las estudiadas por el ISGlobal. Se asocia a la proximidad de los huertos a vertidos de petróleo y a la participación en actividades de limpieza de esos vertidos en los 6 meses anteriores.
«Detectar niveles altos de metales en una población que vive en un entorno no industrial es preocupante por los efectos a largo plazo que esto puede tener en la salud», apunta el investigador de ISGlobal y uno de los autores del estudio, Manolis Kogevinas.
Colaboración de las comunidades indígenas
La relevancia del estudio también recae en la participación activa de las organizaciones indígenas. Así, pudo llevarse a cabo gracias al acuerdo entre las federaciones indígenas de las cuencas de los ríos Corrientes, Pastaza, Tigre y Marañón (ACODECOSPAT, FECONACOR, OPIKAFPE y FEDIQUEP, que forman parte de la federación de los Pueblos Indígenas Amazónicos Unidos en Defensa de sus Territorios, o PUINAMUDT) y el Gobierno peruano.
Entre mayo y junio del 2016 se evaluaron a 824 personas, entre las que se encontraban 230 menores de 12 años. Además, se realizaron entrevistas personales con el fin de recoger factores de riesgo asociados a su estilo de vida, así como la distancia de su vivienda a la instalación petrolífera más próxima.
De hecho, la PUINAMUDT ha publicado recientemente su Análisis de Situación de Salud de los Pueblos Indígenas de la Amazonía que residen en esas cuatro cuencas. Además de recoger los resultados del estudio publicado ahora por ISGlobal también abarca otros problemas, como las deficiencias en la atención sanitaria o la extensión de enfermedades de mayor riesgo, como la malaria, las infecciones respiratorias agudas, la tuberculosis o las enfermedades diarreicas agudas.