La ansiedad que tiene la gente por volver a la normalidad es evidente. Uno de los temas que ocupa la mayoría de las reuniones familiares y laborales es relativa a la vacuna del COVID-19. Todos ya queremos que llegue al país, que comience su administración y que, en un tiempo determinado, retomemos la normalidad, que podamos depender menos de las mascarillas, abrazar y acercarnos más a nuestras amistades y seres queridos.
Es que la gente está cansada del ritmo de vida que ha tenido que adoptar desde la llegada de la pandemia en marzo del año pasado. La “nueva modalidad” nos aparta de la cotidianidad, es más, y hasta lo más doloroso, que es el tener que despedir con los niveles de dignidad y respeto que merecen los seres queridos fallecidos.
Según las informaciones oficiales, la vacuna debe estar a la puerta de entrada al país, por lo menos, la denominada dosis de emergencia, que será destinada a los trabajadores de la salud, militares y policías en primera línea. Si esto se produce en los próximos días, significaría un gran alivio, pues el estrés que ha generado la pandemia, sumado a la incertidumbre de la vacuna, tiene bajo un extremo cansancio a todos los dominicanos, desde el primer mandatario de la nación, hasta los más humildes jornaleros.
Sin embargo, aunque los vientos indican que pronto podríamos comenzar a ver la luz al final del túnel, debemos mantener la calma, apostar a los buenos procesos que implemente el Gobierno dominicano, y a no descuidar ni tampoco relajar las medidas se han adoptado.
Ya se han hecho anuncios de la llegada de la vacuna contratada por el país en dos laboratorios, y las que corresponden al sistema Covax están a punto de ser enviadas. De hecho, las autoridades de Salud han dicho que ya tienen listo el plan de vacunación, a la espera de que sea revisado y socializado por el presidente de la República y el Gabinete de Salud. Un adelanto es que, de acuerdo con Salud Pública, hasta ensayos se han hecho en cuanto al sistema de traslado y almacenaje de la vacuna.
No debemos impacientarnos, por lo visto, la luz al final del túnel casi está a la vista. No desesperemos.
Rossanna Figueroa, https://www.diariolibre.com