Los líderes de la Unión Europea tuvieron una discusión de apenas 20 minutos sobre el espinoso asunto del mecanismo de control del respeto al estado de derecho y el veto de Hungría y Polonia al paquete presupuestario al que se vincula. En ese escaso lapso de tiempo, el primer ministro húngaro Viktor Orbán ofreció una explicación concisa y directa de su postura, por otro lado bien conocida, y no hubo ni chispas de irritación ni súplicas emotivas del resto de miembros del Consejo, mucho menos por parte de la canciller alemana Angela Merkel, que ejerce la presidencia rotatoria desde la que se ha construido el consenso que ahora está en peligro y que por su parte explicó su punto de vista sobre el problema.
Un diplomático lo describe como «una escena bien controlada» para evitar que las cosas descarrilasen y la reunión quedase bloqueada desde el principio por este problema. Pero la crisis existe y es bien profunda.
En realidad, la cumbre virtual se había convocado para intentar coordinar la respuesta de todos los países a la segunda ola de la pandemia y a la perspectiva del comienzo de la operación de vacunación generalizada a principios del año que viene, para evitar una tercera. Tangencialmente también para evaluar la situación en las negociaciones sobre un acuerdo comercial con el Reino Unido, a la vista de que el plazo final del 31 de diciembre se aproxima sin tener claro si va a haber o no un acuerdo.
Sin embargo, la cuestión del veto de Hungría y Polonia al presupuesto europeo para el periodo 2021-2027 estalló el lunes y desde entonces ha sumido el ambiente político de Bruselas en una de estas espirales de angustia existencial. A pesar de que los líderes pasaron por alto esta discusión en el Consejo, los dos países están siendo sometidos a una fuerte presión por parte sobre todo de los más grandes (Alemania, Francia, Italia y España), exasperados por las consecuencias de este bloqueo y el tema estuvo presente de todos modos a lo largo de toda la reunión, aunque haya sido a distancia.
Varsovia y Budapest se niegan a aceptar la puesta en marcha de un mecanismo que condiciona el pago de fondos europeos al respeto del estado de derecho y de los principios europeos. Según este mecanismo, la decisión de sancionar a un país por esta causa puede ser tomada por una mayoría cualificada de estados en la que el país señalado no estaría presente. En los tratados existe un mecanismo similar, pero es mucho más farragoso y ya se ha demostrado ineficaz precisamente en el caso de estos dos países.
El primer ministro húngaro se siente señalado y teme que sería el primero en pasar por este mecanismo que él cree que es «arbitrario» porque puede ser castigado por los demás países por razones políticas y por ello exige «criterios objetivos» y la «posibilidad de recurso legal».
Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, considera el mecanismo que condiciona los fondos al respeto al estado de derecho es «arbitrario» y castiga a su país
Su colega polaco, Mateusz Morawiecki, ha dicho en redes sociales que su Gobierno nacionalista, también señalado por sus abusos en el manejo del sistema judicial, mantiene su veto. «Decimos SÍ a la Unión Europea y NO a los criterios arbitrarios para evaluar el llamado estado de derecho», escribió en Facebook el jueves. «Una UE en la que la oligarquía europea castiga al más débil y lo arrincona en una esquina no es la UE en la que entramos ni es una UE con mucho futuro por delante». dijo este jueves en el Parlamento de Varsovia.
El primer ministro esloveno, Janez Jansa, ha salido en apoyo de sus colegas húngaro y polaco y ha pedido que se anule este mecanismo, pero no ha condicionado a ello la aprobación del paquete financiero para la reconstrucción de la pandemia.
Sin embargo, el jefe del gobierno rumano, Ludiovic Orban (la coincidencia de apellido con el húngaro ha favorecido numerosas alusiones a una película que podría titularse «Orban contra Orban»), ha declarado antes de que empezase la reunión que «los gobiernos de los países que se oponen a esta condicionalidad deben entender que es necesario generar confianza pública en torno a este programa, que es extremadamente importante para relanzar la economía de toda Europa, en beneficio de los ciudadanos de Polonia y Hungría».
El laberinto europeo
La situación que se ha creado está lejos de ser sencilla. Todo lo contrario», según aseguran diplomáticos europeos que temen que los perjuicios causados por el veto de estos dos países pueden ser graves para muchos países, incluyendo los dos rebeldes. El hartazgo de algunos ha sido tan relevante que incluso se ha especulado con la posibilidad de construir un sistema jurídico paralelo para que al menos el fondo de recuperación pueda ponerse en marcha dejando fuera a estos dos países, algo que para la Comisión Europea sería impensable.
En principio, todos esperan que los buenos oficios de la canciller Angela Merkel, que ejerce la presidencia de turno, lograrán resolver el entuerto o en el peor de los casos otras fuentes señalan la posibilidad el que se convoque la cumbre de diciembre sea presencial dedicada a este problema.
Las conclusiones sobre la coordinación de las acciones de lucha contra la pandemia quedaron totalmente eclipsadas por este problema que está vinculado a las consecuencias económicas de la pandemia.
Tomado de https://www.abc.es