El sangrado vaginal normal ocurre durante el periodo o ciclo menstrual de la mujer y suele durar de tres a siete días, aunque en cada mujer es distinto. De acuerdo con MedlinePlus, la mayoría de mujeres «tiene ciclos separados por entre 24 y 34 días» y en el caso de las mujeres más jóvenes sus periodos «suelen separarse entre 21 y 45 días».
No obstante, el sangrado vaginal puede ocurrir entre periodos menstruales y es lo que suele denominarse como «sangrado intermenstrual». El sangrado vaginal anormal también puede suceder en otros casos como: cuando las menstruaciones son excesivas (hipermenorrea); cuando son muy frecuentes (polimenorrea); después de las relaciones sexuales; durante el embarazo; después de la menopausia, o si sangra más durante más días de lo normal (menorragia).
«El sangrado vaginal puede proceder de cualquier sitio del tracto genital, incluyendo la vulva, la vagina, el cuello uterino y el útero. Cuando el sangrado vaginal se origina en el útero, se denomina sangrado uterino anormal (SUA)», destacan en MSD Manuals.
¿Cuáles son las causas?
En primer lugar, el sangrado vaginal que ocurre entre periodos menstruales puede ser causado por diferentes problemas y patologías, aunque «la mayoría son benignos y se pueden tratar fácilmente», destacan en MedlinePlus. No obstante, ante cualquier sangrado inusual es aconsejable acudir al médico para que realice un examen y descarte cualquier síntoma de patología más grave.
Una de las causas más comunes del sangrado uterino anormal está vinculada a las alteraciones del equilibrio hormonal como la anovulación y «es más común entre adolescentes y en mujeres que se acercan a la menopausia».
De acuerdo con la información recogida de Mayo Clinic y Sanitas, este sangrado anormal puede ser motivado, entre otras, por las siguientes causas:
Pólipos cervicales, endometriales o adenomiosis.
Inflamación en el útero (enfermedad pélvica inflamatoria).
Cervicitis (inflamación o infección del cuello uterino).
Hiperplasia endometrial.
Síndrome de ovario poliquístico.
Lesiones vaginales como pólipos, verrugas genitales, úlceras, venas varicosas o infecciones de transmisión sexual.
Factores en el sistema endocrino como hipertiroidismo e hipotiroidismo.
Inicio o suspensión del uso de píldoras anticonceptivas orales.
Problemas relacionados con el embarazo como: embarazo ectópico, aborto espontáneo u otro tipo de complicaciones durante el mismo.
Cáncer o precáncer del cuello uterino, el útero u ovario.
Traumatismo o lesión en la vagina o el cuello del útero. Abuso sexual.
El uso de un dispositivo intrauterino (DIU) como método anticonceptivo.
Uso de ciertos medicamentos.
Episodios de estrés o cambios en la dieta.
Tomado de https://www.20minutos.es