Protesta en medio de tensión:
El sindicato de la Ruta B de Bella Vista, Santiago, inició una vigilia este martes bajo estricta vigilancia policial, en rechazo a la implementación de autobuses destinados a nuevos corredores de transporte. Los trabajadores argumentan que estas unidades, que operan con pocos pasajeros, reducirán drásticamente sus ingresos y afectarán el sustento de sus familias.
Motivos del reclamo:
«Autobuses vacíos, familias sin comida»: Los conductores y cobradores denuncian que los nuevos vehículos asignados a corredores alternos compiten deslealmente, ya que, según ellos, circulan con baja demanda.
Pérdida de ingresos: Afirman que, al repartirse las rutas, sus ganancias diarias podrían caer hasta un 40%, impactando su capacidad para cubrir necesidades básicas.
Falta de diálogo: Aseguran que las autoridades no los incluyeron en la planificación de los nuevos corredores.
Voces del sindicato:
«Nos están quitando el pan. Estos autobuses nuevos solo sirven para que las empresas ganen más, mientras nosotros nos quedamos sin trabajo», declaró José Martínez, líder del sindicato, durante la vigilia.
«Si seguimos así, no tendremos cómo pagar la escuela de nuestros hijos ni poner comida en la mesa», agregó María López, conductora con 12 años en la ruta.
Respuesta policial y autoridad:
La protesta se desarrolló bajo un fuerte operativo de la Policía Nacional, que resguardó el área para evitar bloqueos o enfrentamientos. Hasta el momento, ni la Unión de Transporte ni la Alcaldía de Santiago han emitido un comunicado oficial. Sin embargo, fuentes internas sugieren que se evalúa una mesa de diálogo para mediar en el conflicto.
Contexto crítico:
La Ruta B de Bella Vista es una de las más transitadas de Santiago, conectando zonas populares con el centro de la ciudad. La introducción de nuevos corredores forma parte de un plan municipal para modernizar el transporte, pero los sindicatos exigen que se priorice la sostenibilidad laboral de los conductores tradicionales.
¿Qué sigue?
El sindicato amenaza con escalar las protestas si no hay respuestas en 48 horas.
Organizaciones sociales piden intervención de la Procuraduría General para garantizar derechos laborales.
Usuarios reportan retrasos en la ruta, mientras el conflicto permanece sin resolver.
El conflicto en la Ruta B refleja una disputa entre modernización y subsistencia: mientras las autoridades impulsan cambios para optimizar el transporte, cientos de familias dependen de un sistema que, para ellos, sigue siendo vital. La solución podría requerir un equilibrio entre innovación y protección social.