Morderse las uñas es una mala costumbre que posee mucha gente y, aunque puede parecer algo inofensivo, esta práctica puede acarrear algunos problemas de salud para el cuerpo, dependiendo de la frecuencia y la intensidad con la que se muerdan las uñas.
Onicofagia es el nombre que recibe esta práctica, es decir, las personas que se muerden las uñas, ya sea por manía o por un motivo emocional o conductual, tienen onicofagia, una situación que, en ocasiones, puede necesitar de ayuda psicológica profesional, tal y como informan desde la Sociedad Española de Medicina Interna.
¿Qué produce la onicofagia y que consecuencias tiene?
Esta afección puede surgir por múltiples motivos, entre los que se encuentran la imitación, algo que se da en la infancia, también por baja autoestima o timidez, así como por problemas de ansiedad o nerviosismo, el cual se canaliza a través de esta práctica compulsiva de comerse las uñas.
Tal y como señalan desde el centro de psicología Cepsim, las personas que padecen onicofagia pueden identificarse porque repiten la conducta, es decir, se muerden las uñas constantemente y de forma automatizada. Además, ocultan sus manos constantemente para no mostrar las heridas y por vergüenza y, por último, mostrarán nerviosismo por la necesidad de morderse las uñas.
Este tiene consecuencias en el cuerpo y en la mente y puede afectar a numerosos ámbitos de la vida. Así, en primer lugar están las lesiones físicas en las manos como, por ejemplo, el deterioro de las uñas, sangrado, infección de los dedos por las heridas o por la retirada de las cutículas o deformación en los dedos.
Por otro lado, se da la probabilidad de sufrir alguna infección, ya que las manos están en contacto constante con el exterior y, si no se cuida la higiene, los agentes infecciosos podrían introducirse por la boca y provocar infecciones que pueden llegar a ser graves.
Por último, se pueden dar problemas como, por ejemplo, a la hora de afrontar una entrevista de trabajo, tanto por la propia onicofagia en sí como por lo que puedan pensar al ver las manos. Esta situación se puede dar en otros ámbitos de la vida cotidiana, como a la hora de tener relaciones sociales.
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